(Por Alberto Hernica)
La
primera pregunta sería: ¿Qué es el centro?
Seguramente para los alumnos el centro son los profesores. Para los
padres, quizá, puede ser el lugar donde van sus hijos a estudiar (en
algunos casos, simplemente, donde “van”). Para los profesores, el
edificio donde van a trabajar. Y para la administración, un número
más de una lista que causa innumerables quebraderos de cabeza porque
hay que alimentarlo económicamente, y más ahora en tiempos de
crisis.
Pues
bien, el primer paso es darse cuenta de que el centro pasa a ser algo
más que cuatro ladrillos: profesores, personal laboral, padres,
madres y alumnos/as.
La
segunda pregunta sería: ¿Cuáles son las normas para el correcto
funcionamiento de un centro?
Escritas
hay un montón, todas ellas perfectamente clasificadas en una buena
tanda de documentos oficiales: PEC, ROC, BOJA, BOE y otros tantos más
que muchas veces utilizan un lenguaje tan enrevesado y ambiguo que
una misma ley puede interpretarse de diez formas distintas. Las hay
para mantener la disciplina en clase, para evaluar a un alumno
correctamente, para intentar alcanzar competencias básicas, para
justificar faltas de asistencia…
Pero
las importantes, las que verdaderamente merecen la pena, las que
todos deberíamos seguir para conseguir un funcionamiento óptimo de
nuestro centro…esas son precisamente las que no están reflejadas
en ningún papel, y muchas veces por esto mismo ni siquiera
contemplamos el seguirlas.
- Intentar hacer nuestro trabajo lo mejor posible: esto significa dar siempre el máximo de nuestras posibilidades. Por parte del profesor, explicar a los alumnos las cosas tantas veces como sea necesario para que estos las comprendan. De parte del alumno, hacer todo aquello que el profesor cree necesario para alcanzar los conocimientos que se persiguen con el estudio de un tema. Por parte del directivo, realizar todas aquellas tareas imprescindibles para que el profesorado pueda desarrollar su trabajo. Por parte del personal laboral, mantener el centro en óptimas condiciones de higiene y limpieza…
- Hacer todo lo que esté en nuestra mano por facilitar el trabajo de los compañeros: los alumnos deben comprender que si no dejan dar la clase al profesor están haciendo un flaco favor al resto de la clase, y que si llegan tarde por sistema e interrumpen el desarrollo de la misma será el profesor el que no pueda dar el máximo de su rendimiento. Los directivos tienen que intentar convocar reuniones en los horarios más adecuados para el global del profesorado, plantear los problemas del centro buscando el mayor consenso posible, saber escuchar y entender lo que se les plantea y tener esa mano izquierda que tantas veces posibilita un clima de trabajo agradable y duradero y que nunca debería echarse de menos. El profesorado debe hacer lo más fácil posible el trabajo del equipo directivo manteniendo al alumnado en el aula entre timbre y timbre y llegando a clase a su hora. Los padres deben ir de la mano de los profesores en la educación de sus hijos, y no darles a estos la verdad suprema (mucho menos delante de los niños).
- Cualquier cosa que se nos ocurra para que, aun sacrificándome de alguna forma, el centro alcance el principal objetivo de su existencia: enseñar.
Todo se puede resumir en una premisa: pensar más en los
demás y menos en uno mismo. Adquirir una metodología de trabajo en
la que el más importante sea el que tengo al lado. Pensar en cada
momento qué es mejor para la mayoría antes de tomar una decisión.
Apoyar a los compañeros, y no ir en contra de ellos…
¿Seremos
capaces de hacerlo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario