(Por Miguel Andrés Castaño
escritor docente).
Siempre
he dicho que a la juventud se la critica como se hace con los
árbitros en el fútbol, por costumbre. Ya hace más de dos mil años
los sabios decían que los jóvenes destruirían el mundo, y mira
dónde hemos llegado.
Una
de esas mentiras que tanto se venden en los medios de comunicación
es que los adolescentes solo se preocupan por emborracharse y por
jugar con el móvil y que la lectura ya ha desaparecido de sus
aficiones. Si he de ser sincero, esa mentira yo me también la creí.
(Fuente imagen: http://www.banrepcultural.org/evento/club-de-lectura-para-j-venes-26)
Pero
estos días he estado participando en un programa que se llama
“escritores docentes” y he elaborado una encuesta que le he
pasado a todo el alumnado con el que iba a hablar. Una de las
preguntas de esa encuesta era ¿Cuántos
libros has leído durante el último año sin que te obliguen?
Yo
esperaba (quizá sería más adecuado decir “creía” para no
jugar con falsos sinónimos)… bueno, continúo con mi discurso: yo
esperaba descubrir el porcentaje de adolescentes que leían, buscando
a ese veinte o treinta por ciento que todavía se veía seducido por
la literatura. Pero me llevé una sorpresa, la mayor parte de los/as
alumnos/as a los/as que les pasé esa pregunta respondieron algo
diferente del triste cero. Y, lo que es más interesante, un
porcentaje notable me dijo que había leído más de diez libros en
los últimos doce meses.
Había
sido una sorpresa para mí, ya que la tele (ese dios de los idiotas)
decía lo contrario. Revisé entonces otra de las preguntas: ¿Cuál
es tu libro favorito?
y me encontré títulos muy interesantes y de alta calidad literaria.
Aunque la encuesta se la pasé a un alumnado de distintas
localidades y de diferentes edades, de distintos centros escolares y
de diferente formación previa, ¡los porcentajes eran los mismos!
Así
he llegado a la siguiente conclusión: los jóvenes sí leen, leen
libros interesantes y, por lo tanto, no son un agujero negro de la
cultura, tal como cuentan los tertulianos de talonario y gomina que
hablan en los programas del prime
time, pontificando
como si la verdad fuera tan suya como el Big Ben es propiedad de
Londres.
Charlando
con ellos he visto que su interés por la literatura es tan alto como
el de los jóvenes de mi propia generación. Así que debo decir que
no peligra esa cadena que llega desde el primer tipo que pintó en
una cueva para expresar su arte hasta la generación actual (que de
nini
no tiene más que un pequeño porcentaje); esa cadena que transmite
la cultura tiene un eslabón fuerte que permitirá que los libros no
sean considerados mera decoración y que escribirá tan bien o mejor
que las anteriores.
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